La Guardia ~ Hunklopedia

miércoles, 17 de septiembre de 2014

La Guardia

La jornada transcurría sin problemas aquella calurosa tarde de verano. El jeep atravesaba las secas y polvorientas pistas forestales entre verdes pinos y robles dejando tras de sí una gran capa de polvo mientras la música sonaba a través de la radio. Su compañero cambió de marcha para subir por otra de las numerosas pendientes de la sierra, haciendo que el vehículo cabeceara y lo sacara de sus pensamientos, una sensación a la que, a pesar de llevar tanto tiempo trabajando como guarda forestal, todavía no se había acostumbrado.

Apoyó de nuevo el brazo sobre la ventanilla tras soltar un suspiro y trató descansar un poco, las patrullas eran agotadoras y llevaban mucho tiempo en aquel jeep. Observó a su compañero antes de cerrar los ojos, con una mano sobre el volante y la otra sobre la palanca de cambios conducía con destreza por aquella pista, mientras observaba el camino a través de las negras gafas de aviador que llevaba siempre. Llevaba desabrochados varios botones de la camisa verde del uniforme, lo que dejaba ver su pecho moreno con algo de vello. Javi era un veterano de la guardia forestal, a pesar de ello el trabajo lo mantenía joven y fuerte, el pelo corto peinado en una pequeña cresta y la barba hacían de él un hombre atractivo; el bronceado y el acento del sur no hacían más que aumentar la cantidad de chicas que tenía a su espalda. Sentía una especial admiración por su compañero desde que trabajaban juntos, era alguien interesante en más de un sentido. Apartó la vista en cuanto se giró para preguntarle algo que no llegó a escuchar.


Por su parte Carlos carecía de aquel encanto peculiar, estaba bastante delgado y pálido, rasgos que eran comunes ahí de donde venía. A pesar de que parecía alguien frágil a primera vista pasó sin problemas las pruebas físicas necesarias para el trabajo, ganándose un puesto fijo y bien pagado en algo que siempre le había apasionado. Continuó sumergido en sus pensamientos hasta que un pellizco de su compañero en el costado lo sacó de sus divagaciones:

- Tío Carlos - dijo con su acento del sur - hoy estás en la parra macho, estate atento no nos vaya a venir un corzo encima y vayamos pa'l barranco.

- Perdón - dijo mientras volvía a colocarse recto en el asiento.

Aquella zona era el hábitat de varias poblaciones de corzos, amén de otros animales salvajes más pequeños que eran raros de ver, muchos viajeros incautos habían topado con los más grandes y acabado perdiendo la vida después de un choque directo con éstos con el coche, ya que aparecían sin previo aviso en la mitad de las pistas. Parte de su trabajo consistía en evitar que los animales pasaran a las carreteras, sobre todo en las zonas valladas defectuosas por las que se colaban. Carlos sacó los prismáticos de la guantera y se puso a otear la lejanía mientras Javi volvía a cambiar de marcha y seguía la pista.

- Bien, a ver si acabamos ya - dijo dándole un par de palmadas en la pierna mientras seguía conduciendo.

Sintió el rubor en el cuerpo, como cada vez que lo tocaba, una sensación que descubrió poco después de empezar a trabajar con él, se sentía a gusto en su compañía, aunque no le daba mucha importancia, pues resultaba difícil creer que alguien como Javi, famoso en el cuerpo por ser el rey con las mujeres, pudiera sentir algo parecido por él.

Continuaron por aquella pista hasta que empezó a oscurecer, la jornada estaba a punto de acabar con lo que Javi se dispuso a dar la vuelta para volver al cuartel. En ese preciso momento, como salido de la nada, un corzo salió del bosque, cruzándose en su camino. Carlos lo avistó en el momento justo, dándole el tiempo necesario a Javi para dar un volantazo y evitar atropellarlo y provocar un accidente de condiciones fatales. Pararon en seco tras esquivar al animal, ambos suspiraron aliviados hasta que vieron humo negro saliendo del motor. Javi giró la llave y bajó corriendo del coche a comprobar la avería, entre maldiciones abrió el capó del vehículo para comprobar la avería. No parecía indicar nada bueno, pues cerró la tapa de golpe y pegó una patada al guardabarros:

- Coge la radio - dijo asomándose por la ventanilla - se ha averiado.

Carlos llamó a la central y explicó la situación, sus compañeros les avisaron de que mandarían un equipo a recogerlos, pero tardarían mucho en llegar. La charla se vio interrumpida cuando el motor comenzó a arder de repente. Ambos se sobresaltaron, Carlos salió corriendo del coche y se alejó mientras Javi cogía el extintor del maletero y apagaba las llamas. Cuando acabaron estaban en una completa oscuridad, escuchó el ruido del extintor cayendo al suelo desde donde estaba mientras Javi maldecía la situación. 

- ¿Estás bien? - preguntó Javi en la oscuridad - No contaba con que pasara esto.

- Si - contestó - Pero no puedo decir lo mismo del coche, hay que alejarse.

Se apañó para encontrarlo en la oscuridad y huir de la humareda que se había generado, ambos se sentaron en el margen de la pista, a pocos pasos del coche quemado. El humo acabó por despejarse dando paso a una noche estrellada:

- Míralo por el lado positivo - dijo Carlos tumbándose en la hierba - al menos no es invierno, esto nos pasa en diciembre y de aquí no salimos.

- Aún así no es el plan que tenía para la noche - dijo encendiendo una linterna que había rescatado del coche - Además ya te gustaría a ti que fuera invierno para tener que arrimarte a esto.

Carlos se rió, aunque no podía negar que no le importaría hacerlo. Javi también soltó una risotada, lo que pareció disipar el mal humor que tenía hacía unos momentos. El sólo hecho de imaginarse lo que le acababa de decir hacía que la sangre le bajara a la entrepierna a un ritmo frenético. Antes de que se pudiera dar cuenta la tenía dura como una piedra y tuvo que dar un giro brusco para que su compañero no lo notase, pero para su desgracia no perdió detalle del acontecimiento:

- ¿Seguro que no te has hecho daño al salir del coche Carlos? - dijo Javi incorporándose - Déjate a ver que mire..

- No, no, en serio, no es nada - dijo Carlos encogiendo las piernas.

- Anda ya, déjame ver - dijo alargando la mano y agarrándolo del brazo. Tiró de él con fuerza hasta que lo giró hacia sí y lo alumbró, pudo ver sin problemas la erección que se marcaba a través de los pantalones verdes del uniforme - Ozú miarma, esto es un claro caso de amorcillamiento - dijo entre risas - ¿No te me querrás poner meloso, no?

Carlos no sabía que decir, se puso rojo de vergüenza y se giró de nuevo pensando en una explicación, pero los hechos hablaban por sí solos. Se levantó y salió hacia el bosque, abochornado, Javi lo llamó para que volviera pero no lo escuchó. Una vez en el bosque apoyó la cabeza contra un árbol, notó que todavía la tenía dura, lo que le dio más apuro todavía. No se dio cuenta de que Javi lo había seguido y que lo estaba alumbrando con la linterna, la dejó en el suelo mientras se acercó a calmarlo:

- Venga Carlos que no pasa nada - dijo acercándose - no se lo voy a decir a nadie, no te preocupes, vuelve y hablamos anda.

- No, no, por favor... - dijo apoyando la espalda en el árbol.

- Que sí hombre, que no te preocupes - dijo acercándose más.

El corazón le latía fuerte cuando lo tuvo cara a cara, respiraba rápido y notaba cómo el sudor le bajaba rápido por la espalda. Notó cómo se humedecía su miembro bajo la ropa interior, fue entonces cuando Javi lo cogió de la mano y lo abrazó. No se lo esperaba para nada, pero agradeció el gesto de confianza devolviéndoselo, Javi frotó su espalda con las manos con la intención de calmarlo.

Su olor varonil y el contacto con su cuerpo lo excitaba todavía más, respiró hondo antes de separarse y decir lo que iba a decir:

- Perdona Javi, pero me has puesto muy burro, no quería que te enteraras de lo mío así.

- Tranquilo, si ya sabía yo que mirabas mucho para aquí en el coche, pero no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo... si me guardas el secretillo a mi también.

Notó entonces cómo bajaba sus manos hacia su cintura y lo acercaba hacia sí de nuevo, más cerca que nunca comenzó a besarle todo el cuello, su lengua bailaba por su piel sudada mientras lo empujaba contra el tronco del árbol. Sin poder resistirse dejó que todas las fantasías que tuvo mientras viajaban en aquel jeep se hicieran realidad.

Se besaron en un beso que le quitó el aliento, mientras Javi sujetaba una de sus muñecas y la llevaba sobre su cabeza mientras con la otra mano le quitaba la ropa. Se separó un momento para abrirse la camisa y desabrocharse el cinturón, antes de que acabara Carlos llevó su boca a su pecho, besándolo. Entonces Javi lo agarró del pelo y le llevó la cabeza a la entrepierna y frotó la cabeza de su compañero con su paquete dentro de la ropa interior. Carlos notó entonces el olor de su miembro ya erecto antes de que Javi se bajara la ropa interior y abriera la boca para lamerlo.

Todavía agarrándolo del pelo Javi empujó su miembro por la garganta de su compañero, su boca estaba húmeda y sin duda estaba haciendo un buen trabajo. Lo separaba con fuerza de vez en cuando, para que lo admirara y pidiera más. Su carácter dominante hacía que la situación fuera una de las más morbosas que ambos habían experimentado. Carlos acariciaba su propio rabo mientras disfrutaba del de Javi con la mano que tenía libre.

Continuaron así largo rato hasta que de otro tirón lo puso de pié y volvió a emprotrarlo contra el árbol. Le bajó del todo los pantalones y metió sus dedos en la boca de Carlos, lamió los dedos tal y como hizo con su rabo, acto seguido comenzó a abrirle el culo con ellos. Carlos gemía mientras masajeaba las paredes de su ano, y se aferraba con ambas manos al tronco del árbol mientras esperaba lo que con tantas ganas ansiaba.

Javi recuperó un preservativo de la cartera que guardaba en el bolsillo y se lo puso, escupió en su mano y se la llevó al miembro cubierto para lubricarlo. "Te voy a follar hasta que llores semen" fue lo único que dijo antes de meterle el rabo en el culo abierto. La punta al principio, pero todo a los pocos instantes, lo que hizo que Carlos se retorciera de placer. Con el pecho pegado al árbol ambos disfrutaban del momento, Javi lo volvió a agarrar del pelo para morderle el cuello mientras seguía empujando su rabo duro por el culo de Carlos. Lo estaba haciendo tan bien que notaba cómo su rabo presionaba su próstata, acercándolo más y más al orgasmo. El momento no tardó en llegar y Carlos soltó un buen chorro de leche mientras su compañero lo seguía follando contra aquél árbol.

Javi por su parte continuó empujando un rato más, notaba perfectamente cómo la sangre le fluía por el rabo mientras lo follaba, haciendo que estuviera más duro. Salió de él y lo giró hacia sí, agarrándolo del pelo hizo que se pusiera de rodillas, se quitó la goma de golpe y comenzó a masturbarse cerca de su cara. Carlos lamió su pene mientras esperaba ansioso el momento, cuando llegó Javi lo agarró de nuevo del pelo y se corrió en su cara, la leche bajaba líquida y caliente por las mejillas de Carlos mientras Javi recuperaba la compostura. Luego le retiró con el pulgar de la mano los restos de los labios antes de besarlo otra vez.

Escucharon un motor a lo lejos, y se apresuraron a vestirse antes de que alguien pudiera encontrarlos de aquella manera en el bosque. Se limpiaron como pudieron y salieron a la pista, sus compañeros del cuartel no tardaron en llegar y recogerlos. En el viaje de vuelta reinó un silencio incómodo entre los compañeros. Sólo interrumpido por los sonidos que emitía la radio, haciendo preguntas sobre el estado del coche de los dos compañeros. Al llegar al cuartel todos se despidieron y volvieron a sus respectivos hogares. Una vez en casa Carlos se pegó una ducha bien fría mientras recordaba lo que había sucedido, su miembro se endurecía de nuevo mientras el agua fría lavaba los restos de hojas que todavía tenía por el cuerpo. Una vez en la cama hundió la cabeza en la almohada y frotó su rabo contra las sábanas y el colchón, imaginándose que su compañero lo montaba y penetraba de nuevo. Todavía notaba un calor familiar en su ano abierto.

La llamada que recibió antes de que se corriera en las sábanas lo sacó de su trance. Era su compañero. Hablaron largo rato sobre lo sucedido y ambos acordaron guardar el secreto por su bien. Después accedieron a quedar tranquilamente unos días después.



Este fue el comienzo de una amistad que, aunque no fuera tan profunda, les daba grandes momentos de placer a los dos, ya fuera en la cama de alguno de ellos o entre los árboles de la sierra durante las patrullas que todavía compartían.

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